Interacción
Hombre-Computadora en la relación laboral
Articulo presentado en el X Coloquio internacional de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Salvador Guillen[1]
Resumen
El
objetivo del presente artículo es mostrar un desarrollo del “mercado de
trabajo” al ser analizado desde innovaciones que se pueden registrar a través
de la inclusión de las Tecnologías de la Información (TI's); a partir de la
revisión de los conceptos de la Cognición Socialmente Distribuida, que describe
una forma de intersubjetividad dada en ocupaciones laborales concebidas dentro
de las economías de producción de símbolos y empatadas con la reproducción de
condiciones personales y sociales.
Se
inicia con una descripción del concepto de trabajo ampliado, que en un segundo
momento permitirá el colocar como categoría de análisis la relación
Hombre-Computadora-Trabajo. Este reconocimiento se basa en el interés de
presentar las características que se consideran han emergido en la actualidad y
logran identificar un tipo especifico de relaciones laborales, en el que se ven
unidas las condiciones de vida personal y social, y el interés laboral. El
mostrar el desarrollo personal, empatados con la forma de producción laboral,
permite distinguir un campo que requiere buscar nuevas formas de nombrar las
interacciones presentes en este tipo de relaciones de trabajo y vida cotidiana.
En
la Cognición Socialmente Distribuida, se genera la propuesta de la relación
entre el hombre y los objetos que utiliza, para generar un entendimiento de los
procesos mentales que se encuentra fuera del pensamiento individual del sujeto,
así, el análisis del trabajo realizado con maquinas que permiten el
procesamiento de información (dado por la microelectrónica y sus procesadores),
da paso a identificar una relación singular que solo está presente en las
economías de producción de símbolos realizada con TI'. Así, el identificar este
fenómeno actual, permite abrir el concepto de “mercados de trabajo” y mostrar
una trayectoria en las comunidades simbólicas de trabajo que se basa en el uso
de computadoras.
Abstract
The
aim of this article is to show a development of the "labor market" to
be analyzed from innovations that can be registered through the inclusion of
Information Technology (IT's); beginning with reviewing the concepts of
Socially Distributed Cognition, that describes a form of intersubjectivity given
in occupations within the economies of production of symbols and tied with
reproduction of personal and social conditions.
It
starts with a description of the concept of extended work, in a second time
will permit locate as a category of analysis the relationship
Human-Computer-Work. This recognition is based on the interest of presenting
the characteristics that considered to have emerged at present and can identify
a specific type of labor relations, which are attached the conditions of
personal and social life, and job interest. Show personal development, tied
with the form of labor productivity, to distinguish a field that requires
finding new ways of naming the interactions present in these relationships work
and everyday life.
In the Socially Distributed
Cognition, will creates the proposal of the relationship between man and
objects that use, to generate an understanding of the mental processes that are
outside the individual thought of the subject, so, the analysis of the work
done with machines enable processing of information (given by the
microelectronics and processors), gives way to identify a singular relationship
that is only present in the economies of production of symbols made with IT.
Thus, identifying this actual phenomenon open up the concept "labor
markets" and show a path in the symbolic communities’ work based on the
use of computers.
Palabras clave: mercado de trabajo,
economía de símbolos, comunidades de trabajo, Cognición Socialmente
Distribuida, relación Hombre-Computadora
Keywords: labor market,
economy of symbols, working communities, Socially Distributed Cognition, Human
Computer connection
1. Introducción
La
descripción del concepto de “mercado de trabajo” permitirá ubicar la estructura
inicial que comienza en esta discusión teórica. La propuesta inicia haciendo
una relación de los conceptos de trabajo ampliado y su relación con la
Cognición Socialmente Distribuida. Al relacionar ambos conceptos nos ayudan a
realizar una descripción del fenómeno laboral en la actualidad. Por lo tanto,
esta descripción muestra formas que se identifican solo en este mercado de
trabajo, en el que los elementos presentes para la realización de la actividad
laboral tienen como herramienta de producción la capacidad cognitiva, el
procesamiento digital de información y la generación de empleos y ocupación
laboral.
Es
importante reconocer que las funciones sociales estructuran en gran medida la
función laboral y su relación con la inserción en estructuras especificas, en
las que atendiendo ofertas y demandas laborales se puede llegar a reconocer una
forma en que los individuos realizan una elección o les es asignada una
actividad para desarrollarla. De esta manera podemos observar que en las
sociedades contemporáneas el trabajo y la correspondiente integración
profesional son elementos fundamentales de cohesión y de diferenciación social
(Veloso y Domingues, 2009), por lo que la participación en algún mercado de
trabajo proporciona una identidad social.
Pero el
reconocimiento del que se habla no solo atraviesa la condición simbólica de
estatus, sino que es un referente inmediato luego de reconocer las condiciones
sociales y acceso a la seguridad social de la que participa una persona, ya que
adquirir y conservar un empleo (en una sociedad con estructura salarial como en
la que nos desarrollamos actualmente), es el reconocimiento explícito, social y
político, del valor del trabajo.
Para comenzar con
la descripción del mercado de trabajo podemos referir, siguiendo la postura de
Salazar y Alonso (2014), que comentan que el mercado de trabajo debe
considerarse como una institución donde se definen reglas de juego, ya que es
un espacio donde se enfrentan individuos que no se ajustan al modelo ideal, que
requieren una regulación por parte del Estado que permita ejercer un equilibrio
en las relaciones laborales. Esta postura la ofrecen los autores desde la
visión del surgimiento de una nueva economía, reconocida como aquella que
considera no solo la productividad dada por el beneficio de la industria o de
la economía dominante.
Al hacer mención
de esta nueva economía se presenta un ejemplo que ofrece Weller (2014), al
referir que si un elemento económico-productivo se encontrara en la creación o
el incremento de la actividad laboral media de una Economía, esto significa que
se ha incurrido en el incremento de la calidad de los empleos[2], y
no solo es de importancia para el trabajador obtenerlos, ya que también genera
un incremento de la demanda laboral diferenciada, que incide en la formación de
distintos grupos de ocupaciones y profesiones. También, este beneficio se
identifica al mostrar un cambio en la estructura de la economía como
determinante de la política al interior de un estado. Esta es la razón para que
Salazar y Alonso (2014) nos señalen una propuesta para comprender la función
regulatoria que debe estar en manos de un estado y no liberada al mercado, ya
que cabe recordar que el pensamiento económico dominante olvida algo
fundamental en el funcionamiento del mercado de trabajo: el conflicto
distributivo existente entre trabajador y empleador, resultado de la
desigualdad de poder entre ellos y que se manifiesta en la relación
salarios-ganancia.
Si bien un aporte
también realizado por Salazar y Alonso (2014) es la lectura de Clark Kerr,
referente a las características del concepto mercado de trabajo, en el que
refiere que un ente que trabaja dentro de un área geográfica determinada
depende de las reglas del mercado interno de dicha Economía. En la actualidad
se generan formas laborales adscritas a mercados específicos, y se caracterizan
por realizar una distribución de mano de obra de forma global, sin la necesidad
de la presencia física o del “cara a cara” como elemento determinante de la
construcción de esta relación. Sin embargo, es necesario delimitar a un entorno
el desarrollo de cada mercado de trabajo, ya que cada uno cuenta con
características propias (y con la característica descrita arriba del mercado
global a ponerse en consideración). Dicha delimitación se genera en la
industria que, segmentada, puede ofrecer condiciones singulares, así como una
relación específica en la demanda de capital humano, relación con industrias de
las que depende y a las que provee material para su desarrollo.
En la descripción
del caso mexicano encontramos que la relación dada en la década de los noventas
entre industria y trabajo es a partir de una la absorción de empleos por parte
de la primera hacia el segundo. Relación que cambió hacia inicios de la década
del 2000, debido al retiro de empresas estadounidenses de nuestro país, por lo
que en palabras de García (2009) “En términos generales, el comercio y los
servicios han absorbido una gran parte del crecimiento reciente de la fuerza de
trabajo mexicana, y mucho de esto ha ocurrido en condiciones poco favorables”
(p.p.7).
En ese mismo texto
García (2009) nos describe la estabilidad del mercado mexicano en cuanto a la
tasa de empleo. Bajo esta característica nos menciona que “nuestros mercados
laborales siguen presentando carencias muy acentuadas en lo que respecta a
ocupaciones y empleos con ingresos y otras condiciones de trabajo adecuadas”
(p.p. 6).
Por otro lado, en
México, la consecuencia del desempleo ha generado una atención singular al
fenómeno, por lo que se atienden aspectos relacionados con la persistencia o
ampliación de la informalidad o de la precariedad a lo largo de toda la
estructura ocupacional (García, 2009). A lo que adhiere que esto ha impulsado
la realización de estudios de enfoque cualitativo para describir y comprender
las nuevas condiciones del mercado.
La importancia de
reconocer distintas formas de concebir el trabajo nos permitirá en ese sentido
ofrecer una visión que pueda servir de plataforma, para crear iniciativas y
propuestas desde una concepción diversa del mercado de trabajo, en la que podamos
incluir elementos no tradicionales en el análisis, tradicionalmente
cuantitativo, del mercado de trabajo. El lograr concebir estos mercados
emergentes designa condiciones y parámetros para el intercambio y la demanda
laboral que modificarán los modelos anteriores.
2. Trabajo
ampliado
En su texto “hacia
un concepto ampliado de trabajo” De la Garza (2010) muestra algunas condiciones
que permiten englobar las características sociales que dan pie a una
reconceptualización de la ocupación laboral, incluida la importancia del
desarrollo social tomado como el desarrollo de capital social y humano
destinado a un objetivo productivo en la economía. De esta forma describimos
cómo el interés se ha centrado en lo laboral, no solo en lo económico, sino en
el desarrollo de actividad personal, puesto que se está en el entendido que son
conceptos del mercado de trabajo que surgen como nuevas opciones, y que se
comienza a considerar en una realidad contemporánea.
En este mismo
texto aparecen 3 nuevas perspectivas propuestas por De la Garza (2010) y que
son puestas en juego para generar el concepto y objetivos de nuevos estudios
laborales. Aquí mencionaremos estos apartados para generar una breve
descripción que ayude a comprender el “trabajo ampliado”.
1)
Ocupación
y actividad productiva: Éste representa el sentido más
clásico de trabajo ya que es el que incluye un control general a partir de un
sistema de jerarquías y la asignación de salarios. Incluye un control sobre los
medios de producción además de los procesos, como el tiempo en que debe
producirse la mercancía, tiempos de almacenamiento, venta, trabajos que
incluyen la subsistencia, etc. Pero esta es una delimitación de actividades.
Si intentamos tomar
nuevamente la construcción de ocupaciones y actividades productivas dadas por
un proceso no clásico encontraremos condiciones como las siguientes
a) Hay
procesos de servicios en los que el cliente se vuelve un tercer elemento aparte
del trabajador y el patrón. Tal es el caso de la producción de servicios a
petición, como los que se dan en empresas dedicadas a la publicidad; en
restaurantes en la que no se cocina si es que alguien no lo solicita; un
concierto musical en el que la audiencia forma parte importante de la
producción de trabajo.
b) Existen
trabajos desterritorializados que implican generalmente un empleo por cuenta
propia. Un ejemplo es el de los taxistas o trabajadores del transporte que
cuentan con un recurso en el que la adquisición de su medio de producción, el
vehículo, ha sido adquirido en compra o renta por el mismo trabajador; también
se encuentran los relacionados con venta de alimentos en vehículos de distintos
tipos.
c)
Está el elemento de la producción de
símbolos. A diferencia de la distribución de empleo a partir de los medios
clásicos de producción y líneas de montaje, la producción de símbolos ha sido
incluido en un concepto que se destina a la producción de características
centradas en el cliente, en elementos en el que el intelecto es el que produce
sin pasar por la actividad física como requisito; en la que se reproduce un
elemento que seguirá generando aún en la ausencia del creador o diseñador;
elementos de diseño que son los que integran una realidad cultural.
2) Se describe desde la economía y la
sociodemografía: Ante esta condición existen un gran
número de actividades que no son consideradas como trabajo típico, a las cuales
se les deja fuera de una posibilidad de enmarcarlas dentro del mercado de
trabajo. Para la sugerencia de un estudio o análisis de un fenómeno específico
se necesita reconocer el desarrollo individual de cada uno de los actores y
elementos que la conforman, ya que la relación laboral de éstos se puede
analizar a partir de sus características y el objetivo que se logra con dicha
función laboral, incluyendo, según sea el caso, las formas presentes en la
producción tanto de bienes como de servicios dentro de estructuras específicas.
3)
Se
concibe desde la relación en la estructura laboral:
En este caso se toma en cuenta los elementos relacionales para una estructura
de trabajo, y en el que se considera la validación del concepto de trabajo
según los miembros de esa estructura. Es trabajo en tanto que así lo considera
todo aquel que percibe una remuneración por realizar una actividad como; cuidar
un coche en la vía pública; generar reportes de calidad desde la posición de
clientes en encuestas retribuidas económicamente a usuarios de productos;
participar en protocolos médicos en el desarrollo de fármacos y un creciente
campo de acción en las ocupaciones que se generan.
Podremos encontrar
que el trabajo estará conceptualizado como un proceso que requiere
contextualización, requiere una toma de conciencia de las metas a las que se
está dirigiendo la acción y el esfuerzo además de la forma en que estas metas
serán logradas (De la Garza, 2010). Considerando estas características veremos
que es posible describir una nueva forma de concebir el trabajo, comenzando por
el campo en el que habrá de desarrollarse, así encontraremos que las nuevas
formas descritas son las que permitirán incluir los modelos mencionados
anteriormente.
Dentro de una
contextualización histórica se identifican los medios de producción y los
objetos dentro del trabajo, pero en esta intención de ampliar su alcance
encontraremos que es precisamente la producción inmaterial una variante que
surge en tanto que se identifican las nuevas formas de crear productos, en la
que se incluyen los servicios y en las que la producción simbólica[3],
ha construido un importante campo que requiere ser incluido y tomado en cuenta
(De la Garza, 2010). Este tipo de trabajos requiere una función de diseño que
se logra reconocer como un procesos artesanales, por lo que para referirnos a
este concepto nos remitirnos a Levi-Strauss (1964) quien aborda el concepto de
bricolaje, el cual se representa como un conjunto de capacidades que posee un
individuo y ayudan a resolver de forma pragmática un problema. Para Baker y
Nelson (2005) el rol del bricolaje se construye tanto en términos del campo
físico como intelectual, el cual se puede representar en condiciones relacionales
entre individuos, es decir, que contando con distintos recursos, el bricolaje
puede combinarlos para dar respuesta a un elemento no establecido anteriormente
como “formal” y de esta manera construir una nueva vía para resolver la
situación en la que se encuentra.
La subjetividad y
gusto por el trabajo es un elemento que se encuentra presente en esa nueva
economía del capitalismo simbólico. Encontramos la lectura que realiza
Rodríguez, Manzano, Encinas y Gutiérrez (2008) que toman como referencia el
texto de Hardt y Negri, en el que mencionan la “nueva alineación del
trabajador”, que se explica por la actividad productiva simbólica. Así
presentan esta subjetividad como condición de acumulación del nuevo ciclo del
capital productivo.
En las actividades
a desempeñar se encuentra una distinción singular para cada caso. Por ejemplo,
encontramos la diferenciación del trabajo intelectual vs. el trabajo de
activación física; en el primer caso se observan trabajadores que manipulan
información para crear cadenas de comandos, más allá de sólo sugerir el llevar
a cabo una acción de forma repetitiva, la producción de símbolos como parte de
un reconocimiento de necesidades culturales en medios específicos, actividades
como la cátedra y la docencia en donde el desgaste físico no resulta tan
ofensivo como actividades de naturaleza totalmente presencial y física; diseño
de relaciones interinstitucionales o participación en sistemas de gobierno de
estado, etc.
Podemos mencionar
el reconocimiento de un proceso de subjetivación de la tarea, que se promueve a
partir de la creación de símbolos, los cuales son compartidos por los
integrantes de una comunidad, pero que son tomados de una manera diferenciada
por los miembros de dicha unidad, según su grado de implicación. El análisis en
este punto incluye el surgimiento de las “sociedades de trabajo”, es decir, en
tanto que un grupo de personas comparte sus símbolos y lenguaje se crea una
relación de “comunidad simbólica del trabajo”, en ésta se ve claramente la intención
de la producción pero además se puede dar la situación de estar mezclado con un
estilo de vida y un espacio en el que se desarrollan actividades cotidianas,
que no requieren una rigidez, tal es el caso de los cuidadores de coche en vía
pública, diseñadores y creadores, artistas, trabajadores del transporte
independiente, etc. Lo anterior nos hace pensar en la conceptualización que ha
surgido a partir de reconocer la diferenciación de trabajo y ocupación, por el
tipo de actividad u objeto que producen, sino por su producción útil en lo
social (De la Garza, 2010). De esta forma utilizaremos la diferencia entre
ambos conceptos (ocupación y empleo) para reconocer específicamente cuales son
los símbolos que comparten algunas comunidades de trabajo, que generan
estructuras relacionales y encuentra diversas maneras de conducir a fin su
intención. Por lo tanto resolverán conflictos con las herramientas que se
generan con las estructuras en común (Johri, 2011).
3. Identidad
de los programadores de software
La
identidad del sujeto que desarrolla una actividad laboral es alimentada y
creada en parte por otros elementos que se consideran a continuación:
1- Es
a través de la gestión del conocimiento y del trabajo que se articulan las
prácticas laborales y los procesos de formación
de identidades, las que, a su vez, dependen de los modelos interactivos que se establezcan;
interacciones entre trabajadores, organizaciones, y entre estos y el cliente.
Es decir, entre los diferentes “sistemas de interacción” que se crean en torno
a la construcción del conocimiento, y por lo tanto del trabajo.
2- Las
diferentes dimensiones del proceso de trabajo, vinculadas a la construcción de
espacios profesionales (que pueden ser virtuales o físicos) muestran por un
lado, la extrema complejidad de los procesos cognitivos, y que esta complejidad
opera en estrecha relación con el individuo y su conciencia, otorgando al
trabajador un rol central en los nuevos procesos económicos.
3- Existe
un crecimiento de la individualidad en el proceso de trabajo relacionado con la
identidad profesional, la cual podemos entenderla como un componente en el
proceso de socialización, que promueve lazos solidarios tanto a nivel Intra e
Inter empresarial (concibiendo “empresa” como un sistema establecido y
desarrollado como acción laboral) articulando e impulsando el desarrollo del
sector).
Por lo tanto es
importante reconocer que deberán desarrollarse distintos tipos de conocimiento,
los cuales representan una división de funciones cognitivas especificas. En la
siguiente relación, Rodríguez (2011) con base en una propuesta de Foray y
Lundval[4]
crea un cuadro básico para la comprensión de la dimensión táctica de los grupos
o comunidades de trabajo del software, la cual es la diferenciación en los
tipos de conocimiento en la economía del aprendizaje o de símbolos:
Tipo de conocimiento
|
Descripción del
conocimeinto
|
Know what
|
El conocimiento acerca
de los hechos, lo que llamamos información
|
Know why
|
Los conocimientos
científicos, naturales y sociales, los grupos de trabajo tienen que acceder a
estos a través de las instituciones formales
|
Know how
|
La capacidad de hacer
algo
|
Know who
|
La información acerca
de quién sabe qué y quién conoce cómo hacer qué
|
Para desarrollar un concepto de programador o sus funciones,
debemos partir de la realidad de su producto, o mejor dicho de cómo se
construye su producto. Para Lévy (2011, p.p. 27) un programa es “una lista bien
organizada de instrucciones codificadas, que pretenden hacer cumplir una tarea
particular a uno o varios procesadores, a través de los circuitos que
controlan, los programas interpretan los datos, actúan sobre las informaciones,
transforman otros programas, hacen funcionar ordenadores y redes, accionan
máquinas físicas, viajan, se reproducen, etc.”, de esta manera se desarrollan
las acciones y el trabajo de los programadores, diseñadores y desarrolladores
de software
De manera estructural De la Garza y Rodríguez y (2011) han
reconocido que este proceso se da a partir del cumplimiento de estos 4 pasos
que contemplan el “ciclo de vida del software”:
Conceptualización- diseño de los conceptos- grafías
de los requerimientos acordados con el cliente
Formalización- se formalizan las necesidades y se
estipulan en un sistema de modulación que habrá de sugerir el programador con
mayor habilidad y conceptualizarlo como un todo segmentado
Proceso de datos- se construye a partir de módulos
que cuenten con una secuencia lógica y la funcionalidad
y diseño de cada uno de estos.
Implementación- la fase en la que se pone en uso
el desarrollo programado y que cuenta con la
aprobación por parte del cliente.
La flexibilidad en el trabajo es una característica
principal que se da en las distintas estructuras cognitivas. Por lo tanto, los
programadores, a través del diseño de sus algoritmos crean una comunidad y le
dan sentido a la relación que mantienen mediante sistemas de transmisión de
información que ayuda al cumplimiento de sus tareas, lo que les ayuda a
reconocerse como una comunidad simbólica de características cognitivas
singulares. Queda un trabajo similar al desarrollado “a mano” y que le da la
singularidad a cada proceso, sin estructurar un sistema, general que permite la
movilidad de los miembros del equipo y que no atienden en su totalidad las
exigencias de un mercado institucionalizad.
4. Qué
es la Cognición Socialmente Distribuida
La
ciencia cognitiva de forma general está conformada en su estructura básica como
el estudio de los procesos subyacentes a toda acción inteligente[5].
De esta forma, una visión clásica de la ciencia cognitiva atiende los procesos
de la percepción y atención, representación e imágenes mentales, memoria,
raciocinio, transformación del conocimiento, etc. Esta ciencia cognitiva
clásica se conforma en la tradición que se da cuenta de la manifestación de los
procesos del pensamiento humano, considerando diversas variables, pero
asumiendo que se permite comprender su desarrollo a partir de los proceso
propios de las estructuras mentales de los individuos. Para Piaget, el
desarrollo de la inteligencia y las capacidades cognitivas están fundadas en
las habilidades mentales con las que se cuenta a partir de un desarrollo
evolutivo psicogenético, el cual, al avanzar por una serie de estadios, que se
presentan de forma consecutiva e inalterable, permiten la formación del
receptáculo que es la mente (como estructura que permite el desarrollo de
funciones cerebrales) y que dará sustento para cualquier actividad humana, la
cual puede introducir contenidos a partir de los mecanismos de acomodación y
asimilación (Sadurni, 2007). La idea expuesta aquí permite ejemplificar la
concepción básicas de la ciencia cognitiva clásica, que trabaja con los
conceptos del desarrollo del pensamiento del individuo como un ente que se
apropia del entorno y construye con él las características de su pensamiento,
modelando figuras a través de imágenes mentales y que permitirán el desarrollo
de la actividad cotidiana.
Para
la Cognición Socialmente Distribuida (CSD) esta estructura propuesta de la
ciencia cognitiva clásica no cuenta con un elemento básico en su
conceptualización, ya que esta:
“no considera los
procesos cognitivos como exclusivamente internos a la mente humana, sino que
los contempla de una manera más extensa, en la mente y fuera de ella,
incluyendo en ello, por ejemplo, comportamientos verbales y no verbales,
mecanismos de coordinación, formas de comunicación interacción entre la gente y
los artefactos, las representaciones internas y externas (Lozares, 2007, p.p.
279)
Pero
el proceso del que da cuenta Lozares no es exclusivo de las condiciones humanas
en tanto desarrollo e interacción en la vida cotidiana. Uno de los aportes que
podemos reconocer en la propuesta de la CSD es la inclusión de no solo
personas, sino de artefactos, que como menciona Cicouriel (1994), esta
interacción se da en la producción, modificación, y distribución de los
componentes sociocognitivos y los contextos sociales. Por lo tanto, no podemos
dejar de lado la propuesta realizada por Piaget al incorporar los procesos de
“acomodación” y adaptación, pero debemos tomar en cuenta las condiciones que
surgen a través de la interacción con los objetos que soportan los procesos
cognitivos (con todas las características antes descritas).
Es
así como la fenomenología de Schütz nos presenta unan vestigio sobre la génesis
de esta CSD, partiendo de una visión fenomenológica y sostenida en procesos
etnometodológicos (Lozares, 2000), sin embargo es importante mencionar, que
como producto de dichas metodologías, no se cuenta con una base teórica
exclusiva, sino que es tomada por distintas ciencias y enriquecida en su
descripción de funciones o conceptos.
Así
llegamos a una concepción de la CSD que muestra una cognición desparramada
entre los agentes y los artefactos en un momento histórico específico, y es
importante considerar que dicha cognición depende de la posición de los sujetos
participantes en la interacción social y cultural. Pero si la distribución de
la cognición depende de una interacción social y cultural, no podemos plantear
un esquema de distribución o relación entre los agentes y tomarla para realizar
un reconocimiento de otro fenómeno por el que se describió dicha estructura.
Esto nos lleva a reconocer una crítica posible ante un error en el
razonamiento, y es debido a que, si se cuenta con un esquema o estructura de
relación entre elementos o contextos sociales, al modificar los contextos y
utilizar la misma forma de razonamiento
damos cuenta de que las equivocaciones se dan debido al cambio de contexto, por
lo que no pertenecen a un conflicto en el razonamiento mismo (Lozares, 2000),
por lo que podemos continuar, que al poseer diversos contextos de interacción,
en cada espacio se habrá de generar una estructura de razonamiento dependiente
de los agentes puestos en juego y los objetos utilizados.
No
podemos dejar en un ejercicio de automatización a las respuestas ofrecidas por
parte de un individuo ante dicha problemática en un contexto dado, más bien
debemos encontrar la manera de describir las condiciones de una producción
simbólica inherente a cada estructura cognitiva, de allí que la etnometodología
(como método) o la fenomenología (como postura epistemológica) puedan ofrecer
un espacio para la comprensión de cada contexto e individuo en particular.
Tomado esto en cuenta es importante considerar una de las aportaciones
principales de la CSD, que es la propuesta de unidades de análisis tomadas más
allá de lo individuos. Como ejemplo el caso de Hutchins (2007) quien realiza
una propuesta de análisis sobre la estructura de una cabina de avión,
incluyendo su tripulación, los artefactos o instrumentos de medición y los
símbolos desplegados de estos, que servirán como base para generar el análisis
y registro de la velocidad al momento del aterrizaje, entre otras
características analizadas. Vemos en esta propuesta, que tanto instrumentos
como agentes quedan integrados al lograr sintetizar una estructura como lo es
una cabina de avión, para la cual se requiere una serie de conocimientos
previos y una diferenciación de las interacciones observadas por los individuos
dentro de dicho grupo o comunidad que comparten símbolos.
Con
esta descripción se presenta una constante, el entorno interpretado, el cual
pertenece a una comunidad viva, constantemente cambiante, que requiere de la
adaptación y resignificación de cada proceso cognitivo dado en símbolos, sin
que por ello podamos crear los elementos de dicha relación, es decir, debemos
tomar los símbolos presentes ante la relación y poder dotarlos de significado y
ayudar a que estos mismos signifiquen los propios procesos de la cognición.
Una
posibilidad de avanzar en el análisis es mostrar las condiciones estructurales
de la propuesta surgida en este apartado, para lo que es necesario dimensionar
en este momento la diferencia entre acciones comunicativas y acciones instrumentales.
La diferenciación en una propuesta de análisis semiótico que se genera ante
toda acción comunicativa no puede opacar la necesidad de reconocer las acciones
básicas para las que se diseña cada instrumento o las funciones básicas que
realiza, por lo tanto es importante no perder de vista la forma en que
individuos participan de sistemas computacionales o informáticos además de la
función lograda con los artefactos por sí mismos, en el que la acción
comunicativa se torne en acción instrumental. Esto es lo que Lozares (2000)
reconoce como una propuesta de cognición distribuida, un proceso por el cual
los individuos pueden dar respuesta a tareas, se orientan y razonan.
5. Interacción
Humano-Computadora
Continuando
con la visión de la CSD, podemos identificar dentro del desarrollo de las
capacidades interactivas del humano con la computadora, una serie de
características que se presentan con la intención de mostrar la conformación
singular que representa la relación Humano-Computadora frente a la diferencia que
se puede encontrar con otro tipo de instrumentos que no utilizan el
procesamiento de información.
La
principal diferencia localizada en este sistema es que en la relación
Humano-Computadora se cuenta con un esquema cognitivo que no solo es presentado
por los objetos y ofrecidos hacia los agentes humanos, sino que hay un
desarrollo cognitivo y de proceso informativo que está en juego en los mismos
objetos. Para la CSD, una de sus funciones es el reconocer los espacios de
trabajo para poder identificar así un entorno creado que propondrá una
situación en particular a analizar, una unidad analítica integral entre agentes
y entorno, y en el caso de los objetos computacionales se cuenta con un
reconocimiento de los objetos virtuales, de las realidades potenciales y la
dificultad de reconocer entre objeto físico o procesamiento de información.
Para
Lévy (2011) la descripción del término “nuevas tecnologías” toma la actividad
de grupos humanos como una función colectiva de estructura compleja que se
cristaliza a través de los objetos materiales, de programas informáticos y de
dispositivos de comunicación, por lo que vemos que el describir estas
características por separado solo permite acercarse al concepto de interacción
Humano-Computadora pero no permite dimensionarlo de forma general con su
potencial total.
En
el apartado 3 de este artículo ya se mencionó la definición de programa. El
mismo autor (Lévy, 2011) ofrece el concepto de “interface”, y lo describe como
todos aquellos dispositivos que permiten la digitalización de la información,
para que pueda ser computada por la maquina. En este caso se incluyen
pantallas, teclados, mouse, cámaras, etc. en este momento cabe señalar la
característica de la computación en cómo es entendida al día de hoy, ya que hacia
mediados de los años 70´s, del siglo pasado, las computadoras no contaban con
pantallas, solo emitían sus resultados en tarjetas impresas o perforadas.
Otra
de las características que se reconoce como única de los equipos informáticos
es que poseen una memoria distinta a la de los objetos en general. Para la CSD,
la información de los objetos no se encuentra en sí mismos, así como la
cognición humana no se encuentra solo en la mente o en los propios procesos
mentales individuales, sino que se alimenta de la interacción de los agentes
como un entorno (Lozares, 2007) pero es de considerarse que algunos objetos de
la TI cuentan con una memoria que permite el registro de información en sí
mismo. Esta memoria cuenta con la capacidad de mostrar un registro de
interacciones de forma puntual.
Así
podemos mostrar que la condición para que la CSD nos permita realizar un
análisis, deberá centrarse en una relación establecida entre los elementos del
sistema o unidad a analizar, pero también es importante resaltar las
características aquí mencionadas al momento de poner en juego la capacidad de
análisis de dicha estructura y la función de los objetos que la conforman.
Si
para la CSD es importante mostrar una condición de cuáles son los elementos que
presentan relación en la creación de un cuerpo o unidad analítica, poco se ha
trabajado en relación a las condiciones de cómo es que estos objetos funcionan
o qué representatividad tienen al momento de generar un proceso cognitivo
(Hollan et al, 2000) con esa intención describimos algunas de las
características propias en la relación Humano–Computadora, en la que se pueden
crear entornos virtuales a partir de la aparición de interfaces que simulan las
condiciones cara a cara, que permiten distintas formas de comunicación en las
condiciones sociales de los grupos de trabajo. Bajo esta descripción, es
importante reconocer que existe la posibilidad de realizar un análisis
cognitivo centrado en la representación en sí misma y otro tipo de análisis que
se puede realizar a partir de la relación entre la representación y las cosas
que representa, o quizá una imagen borrosa entre ambas (Hollan et al., 2000).
En
la computación actual estamos acostumbrados a tratar los objetos más cerca de
la representación en sí misma como si fueran objetos reales, y no como una
representación de sus suplentes, es decir una representación de los procesos
realizados por la computadora. Para la CSD el trabajo que se realiza con la
computación sucede con la manipulación de las propiedades de objetos que las
personas crean a través de la representación y no en sí de la cosa (ya que no
existe una forma tal de tomar la cosa). La representación de una pantalla de
computadora se presenta como un “escritorio” que tiene como función desplegar
las acciones a realizar, sin embargo, la conformación de archiveros, programas
y procesos en computación, atraviesan por una forma de organización distinta en
sus esquemas de proceso. Podemos utilizar de forma integral las propiedades que
simulan los procesos a través de las pantallas para organizar la información y
las representaciones que de ella se desprenden, agrupar datos o archivos bajo
distintas categorías y colocar marcas en diversos apartados de los documentos
(Hollan et al., 2000).
Este
análisis permite reconocer el carácter “virtual” de los objetos, en el que
encontramos que su relación con la realidad puede ser tomada desde diferentes
categorías. Para Lévy (2011) lo virtual puede analizarse desde la informática,
un sentido corriente o filosófico. Para la filosofía, es virtual lo que existe
más que en potencia y no en acto ya dado, pero para el sentido común lo virtual
es contrario a lo real, perteneciente a una irrealidad. Para la computación, al
ser una entidad desterritorializada, lo virtual es capaz de generar varias
manifestaciones concretas en diferentes momentos y lugares.
En
sí mismo, el lenguaje es una representación virtual (Boulaghzate, 2014), la
palabra representa elementos potenciales y no los objetos, es una actualización
de los conceptos al momento de ser nombrada. Esto nos recuerda una
característica del software, que están establecidos y diseñados a partir de
lenguajes de programación que tiene como elemento principal una sintaxis que
ayuda a dar sentido a los elementos codificados.
Las
nuevas estructuras y posibilidades encontradas en un modelo ampliado de
comprensión de los sistemas de representación a través de la interacción
Humano-Computadora es posible debido a la información retenida por los objetos
(sistemas electrónicos de almacenamiento) que permiten establecer una nueva
ruta en el proceso de adquirir o generar información, ya que se pueden tomar
elementos desde diferentes fuentes y con un manejo singular, como el caso de
reconocer las estructuras dadas por las interacciones entre agentes,
registradas con información precisa, que permite acceder a nuevas
representaciones o análisis como categorías inexistentes en unidades ajenas a
los procesos computacionales (Hollan et al., 2000). Se presenta como un
ciberespacio que permite una relación independiente de los lugares geográficos
y la coincidencia de los tiempos, pero es una plataforma que permite una
representación compartida o tomada por una comunidad especifica. El
ciberespacio permite a los miembros de un grupo humano coordinarse, cooperar,
consultar e interactuar, casi en tiempo real, una memoria común (Lévy, 2011).
Así este ciberespacio acompaña y acelera una vitalización general de la
economía y la sociedad
6. Conclusiones
Al hablar de trabajo remunerado debemos reconocer las necesidades
de acercamiento e integración a la oferta de un mundo contemporáneo, que
sugiere reglas y formas, y así dimensionar el entorno inmediato para
identificar las formulas a través de las que esto sucede.
Una complicación reconocida es la dificultad para identificar
dichas ocupaciones, ya que se cuenta con un registro a nivel nacional que no
permite recolectar la información adecuada, tal es el caso de la ENOE (Encuesta
Nacional de Ocupación y Empleo)[6]
por lo que se identifica una dificultad para realizar un análisis con
información concreta de dichas ocupaciones en torno a las nuevas
configuraciones descritas hasta el momento en este texto. La falta de estudios
que reconozcan la nueva era digital como un campo de aplicación laboral, en la
que se suman las condiciones anteriores a la época y las nuevas dadas por las
TI, está dejando un rezago en el registro de las nuevas ocupaciones y empleos
generados en la actualidad. Con esto no solo se identifica la carencia de datos
específicos de la función directa, o empleo declarado, de los productores o
prestadores de servicios en estos nuevos medios, sino que no se permite el
reconocimiento de los procesos laborales de los que participan una gran
cantidad de la población económicamente activa en la actualidad. Tampoco se
permite reconocer las funciones que en sí mismas son desarrolladas gracias a
los sistemas computacionales o de producción digital y las condiciones
laborales (en tanto flexibilidad laboral) en que se generan. El encontrar y
reconocer estas funciones permite el tomar en cuenta un aspecto de la nueva
conformación social y laboral, y trabajar con elementos que permitan dar un
mejor entendimiento a la causa de elección de oficios y ocupaciones de los
“trabajadores del conocimiento” (Castells, 1999; Castillo, 2007; De la Garza,
2010), para lograr un desarrollo de la conformación de la industria que
sostiene las actividades de producción inmaterial o simbólica como es la
producción de software.
Como
sectores productivos y medios de sustento económico las “comunidades simbólicas
de trabajadores cognitivos” encuentran distintas formas de interacción ya que
están centradas en tareas específicas y un reconocimiento de sus capacidades
más allá de las ofrecidas por sistemas rígidos. La flexibilidad en el trabajo
es una característica principal que se da en las distintas estructuras
cognitivas.
Atendiendo estos conceptos, ahora es posible
mostrar el trabajo creativo que suceda en la conformación del grupo de trabajo,
es decir, el desarrollo de nuevas redes de trabajo, que permite una distinto
orden de estructuración social, en la que, siguiendo la postura de Erikson
(1990), entendemos que, ante todo, se coloca el desarrollo cotidiano de una
persona como una postura que genera una alienación, la mezcla de la vida diaria
aunada a la función laboral, así se dará paso a nuevas formas de su práctica
social y a la creación de modelos antes inexistentes, los cuales se soportan en
las Tecnologías de la Información.
Dichas estructuras están en una relación directa
entre artefactos, y el aprovechamiento y creación de nuevas habilidades
sociales, que permiten observar formas antes no registradas, en relación a
estructuras de trabajo flexible y que además sustentan procesos de comunicación
entre los individuos. Se construye un esquema a partir de la técnica general
compartida, como es una herramienta de comunicación, que a forma de bricolaje
demuestra la intención de crear, con los recursos a la mano, una forma propia
de colocarse en un campo compartido de símbolos referente a comunidades
específicas (Johri, 2011)
El entender una nueva forma de mercado laboral,
dado por la relación Humano-Computadora, cuenta con características singulares
que darán pié a la generación de nuevas lecturas en el que un carácter de
reconocimiento de los productores (empleados o por cuenta propia) logra
establecer un cambio en las dinámicas de producción y por lo tanto en las
condiciones que estructuran el desarrollo de la vida cotidiana, entendidas como
fuerzas económicas.
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[1] Licenciatura
en psicología y estudiante de maestría
en ciencias en trabajo social por la Universidad Autónoma de Nuevo León salvador.guillen.82@gmail.com
[2] El concepto de Calidad en el empleo se
toma de una revisión sobre los textos de García (2009) y Weller (2014)
[3][3] Designada
entre otras tantas formas como el trabajo de diseño, que cuenta con una
relación de conocimiento de técnica, estética y sobre todo la satisfacción de
clientes. Esta producción simbólica se realiza casi de forma artesanal.
[4]
[4] Esta tipología es desarrollada por Rodríguez (2011) pag. 41, y la toma de una propuesta realizada por Foray, Dominique y B, Lundvall (1996) The knowledge-based economy: from the economy of knowledge tro the lerning economy, contenido en Employment and frowth in the knowledge-based economy, París OECDE
[4] Esta tipología es desarrollada por Rodríguez (2011) pag. 41, y la toma de una propuesta realizada por Foray, Dominique y B, Lundvall (1996) The knowledge-based economy: from the economy of knowledge tro the lerning economy, contenido en Employment and frowth in the knowledge-based economy, París OECDE
[5] Perry, M (2003)
Distributed cognition, contenido en HCImodels, theories and frameworks: Thoward
a multidisciplinary science, Carrol J.M. (Ed.)San Francisco, Morgan Kaufmann
[6]
En este caso nos referimos a la dificultad que
presenta la ENOE para reconocer o diferenciar de forma concreta las actividades
desarrolladas por los programadores, integrando estas a otras ocupaciones que
se comparten debido a que su descripción se ve relacionada con actividades como
las de empleado, profesionista u otras. Fuente propia tras análisis de los microdatos proporcionados en la página de la
INEGI, recuperado de http://www3.inegi.org.mx/sistemas/temas/default.aspx?s=est&c=25433&t=1